bodorrios y otros cuentos (parte 2)


Exceptuando las primeras semanas después de aprender a hacer ganchillo, el tema de los amigurumi/muñecos/comoqueráisllamarlos es algo que nunca me ha llamado espectacularmente la atención como tejedora. Me gusta ver las cosas que hace otra gente, pero no hacerlo yo. En general disfruto más de los proyectos largos y en una pieza, no me gusta pasar horas rematando cachitos de unicornios y después, una vez el bichín está terminado, soy muy bardal y o no tengo donde ponerlo o termina cogiendo polvo en cualquier esquina. El 90% de las veces que veáis algún juguete en mi cola de proyectos de Ravelry es para un regalo y además es posible que esté de un humor de perros en cuanto a tanta cosa tan pequeña y retorcida.

Así que por supuesto para la boda de mi hermana no tuve mejor idea que meterme con un par de amigurumis de esos de extra de piezas pequeñitas y doble con tirabuzón de remates con instrucciones confusas. Que entren los bridal bunnies!

Mi hermana ha tenido hasta la fecha dos pimpollos conejiles: Carboncillo y Jeta. Carboncillo se fue a mordisquear la gran montaña de cables en el cielo de los roedores hace unos años, pero Jeta está ahora mismo siendo malvada en mi habitación mientras mi hermana y mi cuñado compran motos por la geografía española. Me pareció adecuado basar a la novia y el novio en ellos, porque mi hermana quería una boda llena de detalles y ya que los bichines no iban a poder estar allí en persona (Jeta tiene ciertos problemas de actitud con la raza humana en general) al menos estuvieron allí en lana y espíritu.

Metiéndome con tecnicismos: las piezas en sí no tienen gran misterio y no hay nada más que punto derecho, punto revés, aumentos y disminuciones. La lana que usé es «Nido», de lanas STOP, que se vende como para hacer ropa de niños y es un grosor entre lace y fingering, bastante adecuada? Sin más.

El patrón en sí ya es otra historia. Son muchas piezas, y eso que prescindí de unas cuantas como el velo y la chistera, y otras las improvisé, como el ramo. Muchas piezas. Además las instrucciones son todas escritas y eché mucho de menos un poco de ayuda visual con según qué montajes (*cough*las orejas*cough*) que no estaban excesivamente bien explicados para una novata como servidora.

Las piezas del novio (fuera de plano: el ataque de "yo esto no lo coso" que me dio al ver cuantas eran)

Las piezas del novio (fuera de plano: el ataque de «yo esto no lo coso» que me dio al ver cuántas eran)

Pero al final triunfó el amor y la sensación de que una vez enseñada la foto de los originales a mi hermana igual no me dejaban entrar a la boda sin ellos. Y cosí y cosí y cosí como un personaje de cuento infantil, hasta que tuve la lengua llena de fibras acrílicas y se me perdieron todas las agujas de rematar, y la era del hombre se perdió en las brumas de la historia, dando paso a la del conejo vestido de frac.

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